Reflexiones en una tarde de lluvia

Esos momentos en los que todo se derrumba a nuestro alrededor , en los que el alma toca fondo y en la lejanía no se encuentra ningún atisbo que nos haga vislumbrar una solución para la realidad que nos atormenta. La cabeza puede dar vueltas en una espiral sin fin en la el embrollo seguirá igual que al principio. Las cosas son como son y el primer paso es aceptarlo. A partir de ahí quizás poco a poco se vaya desenmarañando el nudo que formaron  mis emociones y  sentimientos.
Quizás en otro tiempo la desesperación me hubiese llevado a ir sin rumbo con todas mis luces apagadas, dándome golpes que aumentarían el desasosiego y el dolor. Ahora tengo el convencimiento que la espera es el mejor aliado. Que sumirse en el silencio mientras siento el vaivén de mi respiración, como si fueran olas acariciando la orilla, es una mejor opción.
Poco a poco la mente se va serenando y dentro de mi va abriéndose paso una sensación nueva  en la que tengo el convencimiento que esto va llevarme a algún lugar bueno. Que en ese universo infinito que nos rodea hay un lugar en el que voy a poder sentirme feliz.

Una extraña en el espejo.

... Y de repente un ser envejecido, abotargado, con una mirada apagada me miró desde el espejo. No podía reconocerme, el tiempo se detuvo y todas las salidas se cerraron. Por un instante intenté buscar un atisbo de emoción, una chispa de alegría, una pizca de ilusión. Más solo encontré un rictus de tristeza que hacía que mi aspecto se hubiese transformado de tal manera que parecía que en la última hora 10 años habían hecho estragos en mi cuerpo.
¿ Como encontrar el remanso de paz  que calme mi espíritu??  Soy como un río desbocado que en cada recodo abandona el cauce  para perderse  por praderas en las que deja de ser río,siempre empujado por corrientes indomables que  agitan su corriente sin que él pueda tener ningún control.
Momentos de silencio y soledad en los que necesito sentir una mano amiga que tranquilice mis inquietudes. Más estoy sola, sola y con la responsabilidad de saber que soy la única culpable de que mis emociones me ahoguen. Una mezcla de sensaciones  me impiden encontrar el camino que me lleve a conciliarme conmigo misma para después poder lograr hacer felices a las personas que me rodean.
Quizás el dolor más grande es el saber que alguien esperaba algo de ti que no has sido capaz de darle.  Incomprensión en la que solamente la renuncia a los propios convencimientos parecen hacer posible que  las situaciones no se hagan incómodas.
Perdida y atrapada por un entorno con el que parece que no logro comunicarme.
Respiro intentando pensar que puedo cerrar los ojos para que cuando los abra haya un abrazo esperándome.
Quizás tenga que acostumbrarme a vivir en un mundo en el que para mí no hay caricias.

El río de la vida

... Y sigue pasando el tiempo, y un día sucede a otro día , un mes a otro mes y al final un año nuevo nos da la bienvenida.

Cuando parece que el cauce del río que es  nuestra vida tiene  rumbo encauzado, una riada de emociones viene  a poblar unas aguas que unas veces son  calmadas y cristalinas y otras turbulentas y abatidas.

Es quizás la sal de vivir, la rueda que gira siempre hasta poder reposar en una llanura de trigo mecido por el viento, la constatación de que no podemos evitar los acontecimientos ni amarrar las sensaciones que estos nos provocan.

Me pierdo en una vorágine que aromatiza mis labios como la dulce miel y mientras, un abismo de deseos me hace sentir un burbujeo de intranquilidad.

Me hundo en sueños que me salvan de una monotonía y me devuelven ilusiones olvidadas. Luego despierto y vivo mi realidad con el sabor de unos momentos que permanecen guardados en mi interior hasta que el susurro del sueño venga  de nuevo a revivirlos.

Armonía

Hace días que no encuentro palabras para tanto sentimiento. Las emociones se agolpan en mi interior como una multitud intentando acceder a una puerta giratoria. El camino se abre en varias direcciones e intento buscar alguna señal que me indique cual es el que yo debo elegir.  Las cosas suceden a mi alrededor sin que yo tenga capacidad para decidir el rumbo de los acontecimientos.

Mis ilusiones van cayendo lentamente como las hojas de los árboles en otoño y la monotonía y la decepción van sembrando un jardín que desea ver brotar las ganas de abrazar la vida.

Mientras espero que el viento disperse las nubes de mi cabeza, caminaré descalza entre las hojas secas, para que su sonido envuelva mi alma de tranquila armonía.

  

Ocaso

Grande , infinito, luminoso y más rojo que nunca, el sol se muestra especialmente  perezoso por el cielo, como si no tuviese prisa, como si este día hubiese sido muy importante para él y no quisiera decirle adiós.

Cada vez su color va tornándose más intenso, hasta que parece dibujar en el cielo una galería de colores, que danzan poseídos en torno a una bola de fuego carmesí, que contempla el reflejo de su preciosa soledad en el horizonte marino.

Despedida lenta y silenciosa que abrasa nuestro corazón, para cuando caiga la noche buscar consuelo en la tímida y pálida luna.

Esperanza del retorno renovado ,que el próximo amanecer iniciará de nuevo su senda estelar, para  calmar así las almas que temieron su olvido eterno.

Sin vínculos

Antes éramos una familia, no una familia perfecta, pero al menos una familia. Pero sin saber

 porqué un día todos los rencores se concentraron en la traición  de una mirada, el cariño , que

 quizás nunca existió ,  rebosó y se unió al río de la frialdad para perderse en el mar del

resentimiento. 

Quedó la decepción , el desamparo, la carencia y la búsqueda desesperada de la aceptación

nunca sentida.

El dolor y las lágrimas de rabia dieron paso a la indiferencia descorazonadora , a la lejana

corrección, a la distancia  que abre  el camino del olvido.

 El tiempo ha suavizado las emociones, y ahora, las espinas del desprecio no harán sangrar  mi

corazón libre.

Lágrimas del cielo

Llueve, el cielo se tiñe de gris. Un llanto infinito y desconsolado va derramando lágrimas en árboles y plantas. El suelo incapaz de absorber tanto desconsuelo regala lagunas de agua y barro.


Las fuentes están más generosas que nunca y los musgos de las paredes sombrías son como esponjas verdes y húmedas.


El otrora cantarín y susurrante río levanta su voz enérgica y poderosa avanzando con una desmesurada prisa por encontrarse con un mar que le aguarda intranquilo.


La neblina poco apoco va extendiendo sus brazos hasta rodearnos con su abrazo de rocío y nubes.


Descansan bajo los aleros los asombrados pajarillos mientras alguna gota traviesa resbala por sus suaves plumas.


Se ciñe el ánimo a la melancolía y suspira el corazón retazos de esperanza mientras el aroma  de la tierra húmeda anida en la sombra de la escondida primavera.