... Y sigue pasando el tiempo, y un día sucede a otro día , un mes a otro mes y al final un año nuevo nos da la bienvenida.
Cuando parece que el cauce del río que es nuestra vida tiene rumbo encauzado, una riada de emociones viene a poblar unas aguas que unas veces son calmadas y cristalinas y otras turbulentas y abatidas.
Es quizás la sal de vivir, la rueda que gira siempre hasta poder reposar en una llanura de trigo mecido por el viento, la constatación de que no podemos evitar los acontecimientos ni amarrar las sensaciones que estos nos provocan.
Me pierdo en una vorágine que aromatiza mis labios como la dulce miel y mientras, un abismo de deseos me hace sentir un burbujeo de intranquilidad.
Me hundo en sueños que me salvan de una monotonía y me devuelven ilusiones olvidadas. Luego despierto y vivo mi realidad con el sabor de unos momentos que permanecen guardados en mi interior hasta que el susurro del sueño venga de nuevo a revivirlos.
