Me he desenamorado. Ya no le quiero, me dijo, mientras gruesas lágrimas surcaban sus mejillas como dos ríos que anhelan el abrazo del mar.
-No soporto más esta situación, necesito volver a sentirme viva. Deseo volver a sentir la emoción contenida cuando se acerca su regreso a casa, su mirada cómplice cargada de dulzura, sus manos en mi cintura mientras preparo café.
Sus grandes ojos miraban al infinito , perdidos, como un barco a la deriva en el océano.
-No puedo hacer como que no pasa nada. Se me hacen eternas esas noches frías de almohadas vacías. Mis súplicas de cariño caen una y otra vez en la tumba de sus silencios.
Crecimos juntos ,explicó. Apenas teníamos 15 años cuando un desbordante amor adolescente nos inundó. Maduramos juntos y durante mucho tiempo nuestros sueños e ilusiones fueron siempre en la misma dirección , continuó diciendo.
- No tengo nada que reprocharle, es una buena persona, pero con el paso del tiempo la falta de atención se hizo cada vez más evidente.
Su llanto se hizo más intenso y sus manos nerviosas jugueteaban con un trozo de tela.
-Dice que me necesita, que siempre me imaginó cuidándole en la vejez.
Guarda silencio. Intento buscar palabras que alivien su sufrimiento.
-Le digo que necesito tiempo, y que que en ese periodo es mejor no vernos.¿ Estás segura ¿ Que vas hacer tu sin mi, pobrecita?, me dice con sarcasmo.
Me cuentas que le sentiste extraño, que te sentiste extraña. Que por un momento estabas vacía y un gran pozo parecía abrirse bajo tus pies. Que el miedo y la inseguridad te hicieron flaquear las piernas.
-Ya tomé la decisión. No se si será la más acertada, pero es lo que necesito.
Le tomo la mano y le hago saber que pase lo que pase siempre tendrá mi apoyo. Que no tenga miedo a equivocarse, porque si se equivoca siempre podrá rectificar. Y si no fuese posible volver al punto de partida, será porque el amor habrá abierto sus alas buscando hacer su nido junto a un corazón solitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario